Está claro que para la mayoría, el hecho de comenzar una tarea complicada es como levantarse de la cama: la parte más difícil es superar la inercia. Pero además de ello, el cerebro necesita activar su circuito de recompensas antes de asumir el reto.
Hace unos meses, el profesor de psicología de la Universidad de Harvard, Michael Treadway publicó una investigación en la revista "Neuroscience" acerca de cómo decidimos hacer frente a una tarea compleja. El estudio sugiere que para ello, el cerebro requiere accionar su circuito de recompensas. En cierto sentido, tenemos que pensar en la zanahoria para empezar a tirar del carro.
La investigación comparó en distintos tipos de trabajos con recompensas, a un grupo de 18 personas con depresión clínica con otro grupo de 15 individuos sin antecedentes de depresión. Todo esto mientras eran sometidos a una resonancia magnética funcional (IRMf).
Entre los síntomas más comunes de la depresión se encuentra la pérdida de sensibilidad a la recompensa.
Uno de los ensayos consistió en que los participantes se enfrentaran a una elección entre una tarea fácil con una gratificación pequeña y una tarea más difícil con una retribución mejor.
La tarea difícil consistía en que la persona debía presionar un botón 100 veces en 21 segundos utilizando su dedo meñique no dominante, si la tarea era realizada con éxito la recompensa era de 5 dólares, mientras tanto, en la tarea fácil se tenía que pulsar el botón 30 veces en 7 segundos utilizando el dedo índice dominante, pero en este caso la recompensa era de sólo un dólar.
Los resultados arrojaron que el grupo de individuos deprimidos fue significativamente más propenso a optar por la tarea fácil, mientras tanto, el otro grupo estuvo más dispuesto a asumir el reto de la mayor recompensa.
En cuanto a los datos de las resonancias magnéticas, el estudio encontró que si bien no sólo los participantes deprimidos renunciaron a la tarea dura (ya que algunos del otro grupo también lo hicieron) la forma de procesar la información entre los grupos fue bastante diferente. Por ejemplo, el grupo de los no deprimidos mostraron una fuerte activación en el núcleo accumbens y en la corteza prefrontal ventromedial durante la toma de decisión de cual tarea realizar, cosa que prácticamente no ocurrió en los individuos con depresión. La primera es un área del cerebro relacionada con la motivación y las recompensas, la segunda está ligada a las decisiones emocionales.
Esta falta de respuesta sugiere que las personas con depresión son proclives a no tener en cuenta las recompensas que podrían recibir.
Para terminar...
El grupo no deprimido escogió más frecuentemente la tarea más difícil, pero también la de mejor gratificación. Este tipo de experimentos sugieren que cuando tenemos que realizar un trabajo complejo calculamos el valor de la recompensa antes de comenzar, y que además, las áreas del cerebro vinculadas a los estímulos y las emociones juegan un papel fundamental para que ello pueda ocurrir.
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