En el marco de la psicología evolutiva, una teoría predominante es que los hombres son más combativos debido a que poseen una desarrollada psicología de grupo, ya que tienden a participar colectivamente en actos de agresión. Este particular comportamiento masculino dio a los hombres más oportunidades para obtener recursos, alimentos y mujeres para aparearse, es decir, conseguir beneficios a través de la lucha.
La integración de los grupos puede variar desde un par de cazadores a cientos de personas unidas por un mismo propósito, dicha creación de grupos se vio facilitada por la selección natural ya que los grupos más unidos fueron los más beneficiados. A esto debemos sumarle el desarrollo de ciertas estructuras cerebrales, lo que permitió a los humanos poseer mejores habilidades sociales, por tanto, una mayor cohesión colectiva. A su vez, esta mayor solidez social trajo como consecuencia la lucha contra otros grupos.
La aparición de las coaliciones sociales es una condición previa para el surgimiento de grandes batallas y posteriormente guerras.
Es de esta forma que los hombres han heredado la tendencia irreductible a formar grupos, y esta tendencia se ha convertido en una especie de columna vertebral de las comunidades humanas. Aunque inicialmente estos grupos fueron formados para cazar, más tarde y con la desaparición de la necesidad de caza, los grupos se formaron en base a otras motivaciones. A través de esta psicología de grupo se puede explicar porqué los hombres de hoy tienden a unirse en coaliciones cerradas, llámese pandillas, peñas, clanes, bandas etc.
Bandas de hombres vs bandas de mujeres
Por otra parte, las coaliciones grupales femeninas son casi inexistentes, no será fácil encontrar una "banda de mujeres", mientras que las bandas de hombres se pueden encontrar por todas partes. ¿Cuál es la causa de este fenómeno? En primer lugar, las mujeres no poseen una motivación agresiva - defensiva que los hombres si tienen, la condición física de la mujer y su misión de "futura madre" no le permitía participar en actos de agresión.
Otro aspecto fundamental es que las mujeres muestran un mayor grado de discriminación jerárquica que los hombres. Es decir, las mujeres prefieren establecer relaciones sociales con otras mujeres de su misma condición y evitar aquellas de un estatus inferior. Por lo tanto, es más difícil para el sexo femenino crear coaliciones grupales ya que son más selectivas y menos tolerantes (unas con otras) en términos de estratificación jerárquica.
Esto lo podemos observar incluso a muy corta edad, por ejemplo, durante la edad preescolar, en sus juegos, los varones tienden a formar grupos, en cambio las niñas por lo general prefieren ser amigas de una o dos niñas.
Algunos estudios aseguran que cuando dos mujeres se pelean, seguramente necesitarán más tiempo para reconciliarse de lo que suelen tardar los hombres.
La capacidad de sexo masculino para cooperar con individuos de diferentes rangos les ha permitido crear coaliciones más fácilmente, esta ventaja les ha beneficiado considerablemente a nivel social.
Este comportamiento de grupo ha posibilitado a los hombres dominar los distintos niveles sociales: políticos, administrativos, etc. La falta de una psicología natural de coalición en las mujeres puede ser una de las causas de su histórica subordinación a nivel social, a pesar del alto rendimiento de las mujeres individualmente.
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