¿Por qué cuando conducimos un coche o cualquier otro tipo de vehículo nos tornamos más impacientes e intolerantes? Veamos cuatro factores que inciden para que ello ocurra y que deberíamos de tener en cuenta a la hora de manejar.
1.) Tensión:
La conducción siempre es peligrosa y debido a que implica un riesgo, nos pone nerviosos. Esto es así si manejamos desde hace días, meses o años, inclusive si estamos muy acostumbrados a ella y no nos damos cuenta, todavía sentimos algo de tensión cuando conducimos. Nuestro ritmo cardíaco aumenta y los músculos se tensan, el cerebro entiende estos cambios como que nos estamos preparando para recibir emociones fuertes, es por ello que al conducir un vehículo somos más propensos a enojarnos y reaccionar.
2.) Reglas personales:
Por supuesto que hay todo tipo de reglas preestablecidas cuando manejamos, tenemos límites de velocidad, reglas que rigen las intersecciones y una serie de otras leyes que dictan como debemos conducir. Sin embargo, pocas personas siguen estas reglas escritas al pie de la letra, la mayoría de la gente tiene su propio conjunto de reglas. Por ejemplo, mucha gente no respeta los límites de velocidad, pero lo utilizan como una guía para la velocidad con que están dispuestos a conducir por un lugar dado. Esto significa que cada uno tiene (un poco diferente) su conjunto de reglas y cuando alguien viola las nuestras, nos enojamos.
Imagínese por un momento que usted está conduciendo a 70 Km/h en un lugar que la velocidad máxima indica 60 Km/h, imagínese ahora que usted tiene por delante a alguien que está conduciendo a 65 Km/h y le impide el paso, en este caso es posible que usted se enoje porque le está imposibilitando de avanzar más rápido. Ahora, si otro vehículo viene detrás suyo a mucha más velocidad que usted y lo pasa haciendo una maniobra arriesgada, también se enojará porque ese conductor iba demasiado rápido y además tiene una conducción temeraria. En ese escenario, todos los conductores están violando las normas escritas, es decir el límite de velocidad, pero su ira es el resultado de que los otros conductores rompieron su regla personal.
3.) Bloqueo del objetivo:
Cada vez que estamos al volante tenemos un destino en mente, hay un lugar al que estamos tratando de llegar e incluso es probable que haya un tiempo específico para arribar a ese destino. En otras palabras, tenemos un objetivo trazado y cuando nuestra mente percibe que nuestros objetivos están siendo bloqueados, nos enojamos. Cada luz roja que nos detiene o el conductor que va demasiado lento son barreras que nos impiden llegar a nuestro objetivo. De hecho, cuando vamos a llegar tarde o cuando la puntualidad es un extra importante, nos enojamos mucho más con este tipo de ralentizaciones. Esto sin duda es porque a cuanto más importante es el objetivo, más grave es el bloqueo hacia él.
4.) Anonimato:
Por último, parte de lo que provoca un aumento de estrés al volante es que, la mayoría de las veces, los otros conductores son desconocidos para nosotros. Esto hace que sea muy fácil catalogarlos negativamente o hacer suposiciones desfavorables acerca de por qué hicieron tal o cual maniobra, incluso hacer apreciaciones ficticias acerca de su condición, por ejemplo " ...debe estar hablando por el móvil".
Imagínese que usted está manejando por una autopista y llega a un coche que va conduciendo por debajo del límite de velocidad, es posible que etiquete a esa persona como un riesgo o que es un torpe y enojarse con ella. Pero imagine que usted tiene la posibilidad de saber que ese conductor hace un tiempo fue partícipe de un grave accidente automovilístico y que esta es su primera salida posterior a ese hecho. Seguramente la percepción sobre la conducción de esa persona cambiará mucho, pero debido a que los otros conductores son anónimos para nosotros, es muy difícil que tengamos la oportunidad de tener este tipo de comprensión.
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