Una melodía puede ejercer una fuerza emocional tal, que puede cambiar el comportamiento o el estado de ánimo de una persona. Es por ello que la música es motivo de estudios y revelaciones casi constante por parte de los científicos.
Veamos algunas de las últimas investigaciones que se han hecho sobre la música.
Activación cerebral: Los investigadores Anne Blood y Robert Zatorre de la Universidad McGill de Montreal, en base a resonancias magnéticas, encontraron que cuando las personas escuchan música que les agrada, se les hacen más activas las zonas límbica y paralímbica del cerebro. Son las áreas vinculadas a las respuestas de recompensas eufóricas, las mismas que provocan los niveles de dopamina asociada con la comida, el sexo y las drogas.
Primeros sonidos: ¿Cuáles son los orígenes de que le prestemos tanta atención a un conjunto de sonidos consecutivos? Para un grupo de investigadores de la universidad de Princeton, esto tiene sus raíces en los tiempos primitivos, cuando adivinar o equivocarse acerca de sonidos de los animales era una cuestión de vida o muerte. Lo que se necesitaba era una respuesta emocional rápida para salvar el pellejo. De esta forma, nuestra respuesta al sonido se convirtió en una reacción visceral.
Música agradable: Un grupo de investigadores de la Universidad de Toronto hizo escuchar a un grupo de personas durante 30 segundos una canción que nunca habían oído antes, al mismo tiempo que se les realizaba una resonancia magnética. Posteriormente se le preguntó a cada persona si la melodía que había escuchado era de su agrado o no.
El resultado fue que quienes declararon que la canción era bonita, en la resonancia se detectó una activación en la región del 'nucleo accumbens' del cerebro, una región asociada con las sorpresas agradables. En quienes declararon que la melodía no había sido de su agrado, no se vieron cambios en dicha región del cerebro.
Calmar con música: Un estudio de dos psicólogos de la Universidad McGill en Montreal, asegura que la música clásica puede ser más efectiva que el Valium cuando se trata de relajar a los pacientes antes de una cirugía.
Curar con canciones de cuna: Un estudio del Centro Médico Beth Israel en Nueva York encontró que, cuando los padres cantaron sus canciones de cuna favoritas a niños menores de 3 años inmediatamente después de una cirugía, éstos disminuyeron los niveles de estrés y sus signos vitales tendieron a estabilizarse más rápidamente.
Actividad cerebral: El neurocientífico Daniel Abrams de la Universidad de Stanford, determinó que cuando diferentes personas escucharon la misma pieza de música clásica, sus cerebros reflejaron patrones similares de actividad. Y estas similitudes se observaron no sólo en las áreas del cerebro vinculado con el procesamiento de sonido, sino también en las regiones responsables de la atención, la memoria y el movimiento.
En realidad nos gustan: Es muy común que la gente se queje de que se le ha pegado una canción que le desagrada. Un estudio de la Universidad de San Francisco desmiente esto, en una reciente investigación encontró que, contrariamente a la sabiduría convencional, las ondas cerebrales de personas que dijeron estar en esa situación, mostraron que su cerebro reaccionaba con "agradabilidad" hacia la melodía, o sea, esas canciones en realidad nos gustan, aunque no queramos admitirlo.
Idioma musical: Un estudio sugiere que las personas que hablan un idioma que es tonal, como el cantonés, pueden ser más adecuadas para el aprendizaje musical. El idioma cantonés requiere dominar seis tonos diferentes, cada uno de los cuales pueden cambiar el significado de las palabras. En pruebas musicales realizadas para no-músicos como parte de un estudio, los que hablaban cantonés tuvieron un 20% más de percepción musical, que los participantes que hablaban otros idiomas.
Aprender desde pequeño: Un estudio publicado en el ‘Journal of Neuroscience’ sugiere que el entrenamiento musical antes de los 7 años tiene un efecto importante en el desarrollo del cerebro.
Quienes aprendieron a tocar acordes musicales antes de esa edad, tienden a tener conexiones más fuertes entre las regiones motoras del cerebro.
Protección natural: Una investigación llevada a cabo por un grupo de científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur, demostró que cuando escuchamos música demasiado alta, en la parte interna del oído se libera una hormona que reduce la cantidad de sonido transmitido. Esto no solo reduce la sensibilidad auditiva por un tiempo, sino que además protege a los oídos para que no sufran un daño permanente.
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