Un estudio realizado hace algún tiempo en la Universidad de Hamburgo indicó que una perspectiva demasiado positiva conduce a la reducción del esfuerzo en ciertas actividades. Dicha investigación asegura que si bien las expectativas se correlacionan con resultados beneficiosos, fantasear con el éxito es claramente contraproducente.
En una de las investigaciones se realizó un seguimiento durante un año a mujeres obesas registradas voluntariamente en un programa de pérdida de peso de un hospital público. Aquellas que tuvieron actitudes más positivas con la pérdida de peso, por ejemplo, contárselo a todas sus amigas y subir fotos a las redes sociales mostrando su avance con el programa, al final del año terminaron con una pérdida de kilos notoriamente menor (9 kilos en promedio) que aquellas mujeres que tuvieron actitudes más reservadas.
Una encuesta realizada por la Universidad de Maryland a estudiantes universitarios, otorgó puntuaciones según el grado de positivismo de los alumnos basados en sus expectativas laborales futuras. Dos años después de la graduación, la universidad realizó un relevamiento a los encuestados y los resultados arrojaron que la desocupación era mayor en quienes habían expresado las más altas expectativas positivas referidas a su futuro laboral y salarial, en cambio, aquellos que habían sido más reservados y cautos en sus expectativas habían recibido, en promedio, un mayor número de ofertas laborales, además también estaban obteniendo mejores salarios.
¿Qué explica estos resultados?
Según los investigadores, es posible que las personas que incorporan vividamente un resultado deseado (pérdida de peso, oferta laboral, etc.) tiendan a reducir el esfuerzo para lograrlo, una de las causas es que este tipo de pensamientos induce a las personas a ignorar la información negativa.
En el año 2006 el economista estadounidense David Lereah publicó un libro llamado "Por qué el boom inmobiliario no va a estallar y cómo puede beneficiarse de él". Este libro actualmente se vende en Amazon por diez centavos de dólar.
¿Que ocurre a nivel social?
Si el optimismo desmedido tiene estos efectos en las personas, tal vez afecte de igual forma a la sociedad en su conjunto. Esto mismo se preguntó el profesor Timur Sevincer que conjuntamente con su equipo estudió los discursos de asunción de mando de 20 presidentes norteamericanos, en dicha pesquisa se evaluaron los porcentajes de las palabras positivas y negativas en relación al espacio del tiempo en las cuales fueron aplicadas, o sea, palabras referidas al futuro o al pasado. Según los investigadores, esta técnica tenía como objetivo medir el pensamiento positivo de forma de como se representaron los futuros posibles de una manera idealizada, es decir, más cerca de la fantasía que de expectativas razonables.
El discurso inaugural de George Bush (padre) de 1989 fue el sexto más positivo de los 20 presidentes, a pesar de ello, durante su gobierno se produjo la mayor caída económica de la historia de Estados Unidos, el PIB se desplomó un 6%, el desempleo se disparó y el país sufrió una fuerte crisis económica.
El discurso de asunción del cuarto período de Franklin Delano Roosevelt fue el más positivo de todos y precedió a la segunda peor caída económica de la historia.
Según los autores del estudio, esto no es casual ya que existe una consistente relación entre los discursos de expresiones de pensamientos altamente positivos y un posterior declive económico.
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