La trampa de la adaptación


Es ampliamente conocido que las personas que viven en los países más ricos no son las más felices, según los científicos, esto se debe a "la trampa de la adaptación". Dicho de otra manera... ¿la escasez puede hacer al ser humano más feliz?


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A pesar de vivir en una época de gran abundancia y de fácil acceso a bienes materiales, la gente no es más feliz que en otros períodos de la historia. Quizás nos estamos acostumbrando con una rapidez tal a obtener bienes, que sufrimos una adaptación "hedonista" y nos olvidamos de disfrutar los placeres cotidianos. Es lo que los científicos llaman "la trampa de la adaptación".


Según una investigación de 2011 del psicólogo Daniel Kahneman, en Estados Unidos la experiencia de positividad hacia los bienes materiales se contrae una vez que los ingresos familiares superan los 75 mil dólares anuales.


¿Se puede evitar la trampa de la adaptación?

Curiosamente la escasez puede llevar a la gente a centrarse en disfrutar de una experiencia más profunda, lo que aumenta la felicidad.
Por ejemplo, un sondeo realizado en la Universidad de Virginia, efectuó un seguimiento de un mes de dos grupos de estudiantes. El primer grupo estaba cercano a la graduación, en cambio al otro grupo, le quedaba mucho más tiempo para finalizar su estadía en la universidad.
La comparación resultó que el primer grupo de estudiantes estuvieron más dispuestos a hacer planes con sus compañeros, a comprometerse con actividades relacionadas con la universidad, incluso en ese lapso de tiempo, sacaron un 35% más de fotografías que el segundo grupo.

¿Existen otras formas de impulsar la felicidad que no sea la sensación de que el tiempo es limitado? Una posibilidad podría ser la de retener intencionalmente el acceso a cosas placenteras, lo que podría aumentar el grado en que las personas disfrutan una vez que están disponibles de nuevo. Por ejemplo, muchas costumbres culturales y prácticas religiosas implican el ayuno o la retención intencional de los placeres (la Cuaresma por nombrar uno). ¿Podría ser que estas renuncias aumentan la felicidad?
Según un estudio de un equipo de profesores de Universidad British Columbia, la respuesta a esta pregunta es: si, la escasez puede hacernos más felices.


La escasez y el chocolate

El estudio llevado a cabo en la Universidad de British Columbia consistió en seleccionar a unos 50 estudiantes para participar en una investigación.
Dicho sondeo consistió de dos sesiones, en la primer sesión se dividieron a los estudiantes en 3 grupos. Al primer grupo se le solicitó no comer nada de chocolate hasta la próxima sesión (condición de acceso restringido).
Al segundo grupo no se les dijo absolutamente nada (condición de control). Mientras que al tercer grupo se les obsequió 2 tabletas de chocolate a cada uno y se les dijo que comieran tanto como ellos quisieran (condición de abundante acceso).

Una semana más tarde los participantes del estudio regresaron al laboratorio para la segunda sesión, a todos se les brindó un trozo de chocolate. Posteriormente los estudiantes llenaron un cuestionario sobre sus sentimientos de felicidad y estado de ánimo al saborear el chocolate.

Los resultados marcaron que a la hora de comer el chocolate, los participantes de acceso restringido mostraron mayores niveles de felicidad, de afecto positivo y un grado de degustación especialmente alto en comparación de los miembros de los otros grupos. Como contrapartida, los integrantes del grupo de acceso abundante, fueron quienes tuvieron más bajos índices de afecto positivo y de degustación.


Para terminar

En cierto sentido, tal vez no sea sorprendente que la escasez hace que la gente anhele lo que no puede tener. Sin embargo, el estudio de la British Columbia muestra que las personas expresan mayores índices de felicidad cuando pueden obtener algo que les es escaso, en comparación con aquellos individuos que no tuvieron problemas en obtenerlo.
En un mundo donde la alta disponibilidad no da lugar a sentimientos positivos, su ausencia en cambio, hace que la gente valore más las cosas que le son difíciles de obtener y que solamente en un ambiente de acceso restringido, las personas sienten una sincera felicidad sobre los bienes que sí pueden disfrutar.



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