El valor psicológico del arte urbano


Sobre todo quienes vivimos en ciudades relativamente grandes, a menudo nos sentimos inmersos en nuestros propios mundos. Corriendo para completar las tareas del día, y muchas veces somos indiferentes al panorama de experiencias sensoriales que nos rodean.


arte urbano

A pesar de ello, incluso en momentos de mayor distracción, nuestras mentes son estimuladas por nuestro entorno. Lo que vemos, oímos u olemos ejercen influencia sobre lo que pensamos y sentimos. Es decir, el entorno puede alterar nuestra marcha, postura, mirada y movimientos en general. Seguramente a todos nos habrá ocurrido, al ver un ingenioso graffiti o alguna escultura callejera hecha con desechos, detenernos y mirar alrededor como si tratásemos de obtener más pistas sobre el significado de lo que estamos viendo.


El arte urbano nos detiene, aunque no miremos

Hace unos años la alcaldía de la ciudad de Toronto (Canadá) decidió derribar un antiguo depósito de tranvías para construir un edificio de oficinas, pero después de algunas pruebas, se encontró que el suelo estaba contaminado por algunos químicos industriales que debían ser limpiados antes de comenzar la obra. Debido a que esto iba a tomar un tiempo bastante largo, la ciudad encargó un concurso para decorar la valla que rodeaba el predio. El ganador fue un artista urbano y estudiante de arquitectura llamado Scott Eunson.
Eunson fue cubriendo la valla con ingeniosas figuras hechas solamente con trozos de madera unidos y pintados de negro. Las formas mostraban árboles, plantas, aves en vuelo, siluetas de edificios, fábricas, puentes, etc.

Un día pasó por allí un profesor de psicología de la Universidad de Toronto llamado Colin Ellard, que además es especialista en percepción visual. A Ellard no sólo le llamó la atención lo ingenioso del diseño sino que, además, se le ocurrió hacer un pequeño experimento. Con la ayuda de un grupo de estudiantes midió la velocidad de los transeúntes al caminar por esa calle. Como control, también se evaluó la rapidez al caminar de las personas en un trayecto de la valla donde no se habían colocado diseños.

Los resultados arrojaron que en la zona de las figuras la velocidad de los transeúntes disminuyó significativamente, casi a la mitad: 3 km/hora frente a los 5 km/hora en la valla vacía. Esto es aún más sorprendente si tenemos en cuenta que al momento del experimento, los diseños llevaban allí desde hacía más de un año y medio. Es decir, presumiblemente muchos de los transeúntes ya habían observado la valla, incluso muchos de ellos pasasen a diario por allí, y la habrán observado cientos de veces antes de las mediciones.


Estos resultados coinciden con los del urbanista estadounidense William Whyte, que realizó varios experimentos sobre diseño ambiental e interacción humana a mediados del siglo XX, en el sentido de que los peatones tienden a caminar más lento en los lugares donde hay arte urbano, incluso si ya lo conocen y aparentemente no le prestan atención.



arte urbano toronto

Este sencillo experimento demuestra el gran poder del arte urbano y su influencia en la forma que nos movemos por las calles. Si se pudo observar este resultado en una simple valla que rodea un terreno vacío, ¿Qué posibilidades tenemos de mejorar la vida de los ciudadanos a través de los distintos lugares que nos movemos por una ciudad?
A veces se podría pensar que el arte urbano no es más que esbozos estéticos de alguien que ha querido expresar algo, pero algunos ejemplos nos muestran los efectos que puede lograr el diseño urbano bien utilizado, incluso en nuestro comportamiento.

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