Veamos como muchas veces interpretamos una acción en la cual engañamos o hacemos trampa, con resultados exitosos.
Una investigación realizada por los profesores Michael Norton, Zoe Chance y Francesca Gino, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, analizó cómo las personas interpretan sus propios engaños. En dicho estudio se compararon dos grupos: un grupo de control y a otro al que se le permitió hacer trampa.
En el primer caso, al grupo de control, se le tomó una prueba, posteriormente se le realizó una segunda prueba, pero antes de este segundo examen, se les pidió a cada uno de los participantes hacer una predicción acerca de cómo les podría ir en esa segunda prueba.
Los participantes del segundo grupo hicieron lo mismo, una primera prueba, predicción de la segunda prueba y posteriormente realizaron la segunda prueba. Con la excepción de que en la primera prueba, las respuestas estaban escritas en la parte inferior de una de las hojas, por lo que pudieron copiar.
Razonablemente, el segundo grupo tuvo mejor desempeño en la primera prueba, ya que observaron las respuestas. En la segunda prueba, los puntajes entre los dos grupos fueron parejos.
Pero lo interesante de la investigación estuvo en las predicciones. Los integrantes del segundo grupo sabían que ciertamente no podrían copiar en la segunda prueba. Esto podría hacer pensar que estas personas pronosticarían que no lo harían tan bien en la segunda prueba. Pero esto no fue lo que ocurrió.
Las predicciones del grupo que copió fueron significativamente más positivas que las del grupo de control. En otras palabras, obtener respuestas engañando les hizo asumir a estas personas que eran más inteligentes.
Los investigadores lo explican de esta manera: hacer trampa nos puede hacer caer en una especie de autoengaño, en el sentido de que un rendimiento elevado, a pesar de que haya una trampa de por medio, perfectamente lo podemos transformar en un signo de inteligencia.
Estos resultados también encajan en un efecto psicológico llamado "sesgo de estabilidad" y es la tendencia a aferrarnos a una opinión sobre un determinado tema y querer confirmarla con datos que encajen, pasando todo lo demás por alto. O visto desde otra perspectiva: hacemos vaticinios sobre situaciones futuras aferrados en un razonamiento actual.
Este sesgo también puede ayudar a explicar por qué mucha gente cree que obtendrán mejores resultados después de hacer trampa: se hacen juicios basados en resultados inmediatos y sin tomar en cuenta futuras coyunturas.
Estos resultados se suman a una amplia gama de evidencias de que los seres humanos somos expertos en engañarnos a nosotros mismos.
Referencia:
http://www.pnas.org/content/108/Supplement_3/15655.abstract
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