El cerebro y los hábitos inútiles
Cuando subí a mi coche, puse la llave en el contacto y tomé el cinturón de seguridad para colocármelo, pero cuando traté de sujetarlo no pude hacerlo, lo intenté otra vez y tampoco pude trabarlo, otra vez y lo mismo, en ese momento me dí cuenta que el cinturón de seguridad se había roto. Así que me dije a mi mismo que debía llevarlo a reparar.
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