Acciones imprudentes vs suerte moral


Cuando las personas cometemos un acto de negligencia no somos juzgadas por el hecho en sí, sino por las consecuencias. Esto se produce por la forma en que las emociones evalúan la casualidad o la suerte en estas situaciones.




Todos sabemos que una persona que comete un acto de imprudencia pero que no produce una consecuencia nefasta, se juzga con menos dureza que otra persona que comete el mismo acto, pero que si hay una consecuencia negativa.
Basados en este concepto, un equipo de psicología social de la Universidad de Texas elaboró una investigación basada en la "suerte moral".


"Suerte moral" es un término utilizado en filosofía el cual describe situaciones en las que un individuo es sometido a juicios morales por parte de las demás personas, a pesar de que la evaluación se basa en factores que están fuera de su control, por ejemplo la casualidad o la suerte.



La influencia de las emociones

El equipo de investigadores quería observar cómo las emociones influyen en nuestra manera de pensar en un caso de "suerte moral". Para ello se eligió a un grupo de voluntarios a los que se les hizo ver en un ordenador una situación recreada especialmente para el estudio.
La situación consistía en dos hombres parados sobre un puente en el cual por debajo del mismo fluía un intenso tráfico de vehículos. En un determinado momento los hombres lanzan cada uno, imprudentemente, un ladrillo hacia abajo.
Uno de los ladrillos golpea en el pavimento sin perjudicar a nadie, pero el otro se estrella en el parabrisas de un vehiculo, provocando un accidente e hiriendo a la persona que va en ese auto. Los dos cometieron el mismo acto de negligencia, pero uno de ellos tuvo la eventualidad o suerte de no lastimar a nadie.

Posteriormente, los dos hombres son detenidos, en este punto se les preguntó a los voluntarios si los dos hombres son igualmente culpables y por lo tanto, merecedores de la misma pena. O sea, si independientemente de que uno de ellos haya cometido un daño mayor que el otro, los dos deberían recibir el mismo castigo.


Los resultados

Según los investigadores, en un primer momento los participantes del estudio opinaron casi unánimemente que "...ambos deberían ser considerados responsables, porque las personas deben ser castigadas en base a sus acciones".

Instantes después, cuando se les comunicó que el conductor del vehículo alcanzado por el ladrillo resultó gravemente herido, entraron a tallar las emociones y la mayoría los participantes pasaron a considerar que el autor de esa agresión debía recibir un castigo mayor. En otras palabras, se pasó a opinar que se debería juzgar en base a los resultados, en lugar de las intenciones.

Los autores comparan el escenario de los ladrillos con dos conductores ebrios. Cuando dos personas manejan alcoholizadas y una de ellas atropella y mata a otra persona, es castigado con mucha mayor severidad que el individuo que no atropelló a nadie, a pesar de que los dos cometieron el mismo delito, uno de ellos tuvo la suerte o la casualidad de su lado.


Conclusión

A los seres humanos se nos hace difícil reconocer que algunas de nuestras creencias o escala de valores funcionan de una forma distinta a lo que nosotros suponemos que deben funcionar. Un caso típico es cuándo nuestro pensamiento abstracto no evalúa el azar o la suerte, pero en nuestros juicios reales sobre los demás, lo hacemos continuamente.



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